5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;
11 y toda lengua confiese(A) que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Sin duda alguna estos cortos versos bíblicos muestran la obra redentora de Jesucristo, su exaltación. Sin embargo, no son solamente pasajes para admirar, enseñar o predicar cuantas veces quisiéramos, son versos para ser aplicados en nuestro diario vivir. El apóstol Pablo trata de sacar varias enseñanzas en estos pasajes bíblicos que debemos analizar. Pablo nos dice “Haya pues, en vosotros este sentir que hubo en Cristo Jesús”. Es aquí en donde nosotros debemos buscar cual es el sentir que hubo en Cristo Jesús que lo llevó a ser exaltado.
I.- Primer Sentir: NO ESTIMO EL SER IGUAL A DIOS. (Verso 6)
Dice Pablo que Jesús siendo Dios “No Estimó”, no apreció, no se encariño, no anhelo, no prefirió, no se aferro a su condición, no le atrajo dejar su condición para lograr un objetivo. Dejo la gloria para lograr su meta, por esta razón una vez finalizado su propósito ruega al padre: “Y ahora, glorifícame tú, Padre, junto a ti, con la gloria que tenía contigo antes que el mundo existiera” (Juan 17:5). Cuando oró, estaba a las puertas de terminar su propósito. Para tomar la naturaleza humana no se aferró a su naturaleza divina, no exclamó “Voy y vuelvo”, él sabía la situación, aún así “no estimó”, pero no aquel sentido de menosprecio, sino, pagar el precio, dejar un estado bueno, por tomar una condición poco favorable. El apóstol Pablo nos enseña a no aferrarnos a una posición, sino, a dejar lo más apreciado por los demás. El primer sentir de Jesús fue dejarlo todo para lograr el propósito del Padre.
II.- Segundo Sentir: TOMÓ FORMA DE SIERVO (Verso 7)
He leído algunos artículos con respecto a este párrafo y la gran mayoría menciona el hecho de ser imitadores de Jesús en el servicio, prestar ayuda a los demás, porque él vino a servir. Así mismos toman algunos pasajes bíblicos como Marcos 10:45 “Porque el hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate de muchos”. Creo en realidad que Jesús sirvió a quienes lo rodeaban, pero no fue ese el fin único de su propósito entre los hombre, el vino para ser “El Siervo de Dios”, Juan relata “Nadie a visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el hijo único, que es Dios y está en el seno del padre” (Juan 1:18). Jesús pasó a ser el siervo de Dios, quién revelo al padre, quien dio a conocer el carácter del padre. Isaías relata en el capítulo 42: 1-4 “He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones. No gritará, ni alzará su voz, ni la hará oír en las calles. No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia. No se cansará ni desmayará, hasta que establezca en la tierra justicia; y las costas esperarán su ley”. Mateos 12:15-21 lo repite “He aquí mi siervo”
Los evangelios presentan a Jesús con características distintas; Mateo lo presenta como el Rey, el Mesías que los Judíos esperaban; Lucas lo presenta como el Hijo del Hombre; pero Marcos lo presenta como el Siervo y su pasaje clave es Marcos 10:45, pero este siervo esta a los pies de las personas, pronto a entregar ayuda y acudir en pos del inocente que ha sido quebrado por las injusticias sociales. Pero el siervo que presenta Pablo en Filipenses, es uno que viene a anunciar que el Reino de Dios esta entre ellos. Tiene características de profeta Lucas 4:16-19 “Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor”.
El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor”.
“Durante el proceso ante Pilato, Jesús, al ser interrogado si era rey, primero niega que sea rey en sentido terreno y político; después, cuando Pilato se lo pregunta por segunda vez, responde: "Tú dices que soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad" (Jn 18, 37). Esta respuesta une la misión real y sacerdotal del Mesías con la característica esencial de la misión profética. En efecto, el Profeta es llamado y enviado a dar testimonio de la verdad. Como testigo de la verdad él habla en nombre de Dios. En cierto sentido es la voz de Dios. Tal fue la misión de los Profetas que Dios envió a lo largo de los siglos a Israel” (S.S. Juan Pablo II).
Los cantos de Isaías lo declaran como el siervo de Dios. Jesús vino a ser el profeta de Dios, el que abre una brecha entre el hombre y Dios.
Pablo me enseña que debo ponerme en las manos de Dios como siervo de él, para hacer toda la voluntad del Padre. Hay muchos siervos hoy en día, todos lavan los pies, todos pueden limpiar, todos pueden ayudar, pero mantenerse haciendo la voluntad de Dios de forma fiel solo ha existido uno, Jesús y por eso fue exaltado. Es decir, Jesús siendo Dios, con igualdad de integridad que su padre, coexistentes desde el principio paso a ser su siervo de Dios.
III.- Tercer sentir: SU CONDICIÓN DE HOMBRE (Verso 8).
Jesús tenía las mismas limitaciones humanas que cualquiera de nosotros, sin embargo, sujetó todas las pasiones carnales para hacer la voluntad del padre. Estando en esta condición, bajo las mismas presiones se hizo obediente. Pablo me enseña que Jesús estaba bajo estas condiciones como cualquiera de nosotros, pero él llegó a soportar todas las humillaciones, todos los dolores para poder cumplir su objetivo final “la redención del hombre”. Pablo lo menciona así “grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne...” (1 Ti. 3:16).
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo en Cristo Jesús”.
Luis “Catato” Vidal
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